Relato presentado al Concurso Literario de la AACSCV.
Estos folios son la consecuencia de
algunas de mis vivencias cuando recorrí el camino francés, de
Roncesvalles a Santiago, una experiencia personal para mí muy
gratificante. Cuando me
preguntan amigos y familia por la experiencia es muy fácil expresar los
momentos “excepcionales” se ilustran
fácilmente, en las distintas guías del “camino”
ya te indican lo más significativo que no puedes dejar de ver y compartir: esa llegada a Santiago, la sentada en plaza
del Obradoiro, el abrazo al Santo, el vuelo del botafumeiro, las despedidas de
los que has conocido etc. Pero no todo
es excepcional, hay muchas más vivencias que llenan las 24 horas del día después de caminar 6 o 7
horas, los descansos y las charlas con
otros peregrinos, que sin querer te invitan a dialogar, a conocerlos y dejar
que te conozcan, a compartir a veces algún que otro sufrimiento tratando de ser
útil y son esos otros momentos que no cuentas
a la primera, los que rescatas cuando repasas varias veces esa película que has
vivido y los matizas, son los actores secundarios, son el poso de esos
sentimientos que hacen del camino algo especial y distinto para cada peregrino.
A cambio, el camino te devuelve algo
intangible, que valoras cuando pasados los años con una visión más distante y
reposada te permite vislumbrar lo que el camino te ha dado a ti.
#1 LAS DUDAS SE VAN CON EL SOL.-
Al poner en orden
los recuerdos mi primera noche en Roncesvalles es imborrable. No dormí
nada, llovía a cantaros, toda la noche
estuve cavilando sobre mis dolencias físicas, mis hernias discales, si mi
entrenamiento previo era suficiente, si lo que ahora pretendía hacer lo tenía
que haber hecho años antes, los sentimientos de emoción, desconfianza y hasta
un cierto temor a lo desconocido estaban a flor de piel. Y para colmo llovía a
cantaros, era tanta la lluvia que había caído que una cierta inseguridad
me acompañó bastante tiempo hasta que el sol radiante en
Puentelareina la acabo disipando. El
camino me había dado mi primera experiencia inicial. “Que después de la tormenta llega la calma y que no hay que darle tantas vueltas a las
cosas, el camino se hace caminando.”
#2 CUESTIÓN DE AMPOLLAS.-
Mi encuentro con dos peregrinas alemanas que había conocido en
Roncesvalles en Puentelareina, también fue constructivo, veo que una de
ellas lleva los pies en un estado lamentable, se quedaron allí por prescripción médica, mis ampollas y los dedos negros los tuve en
el entrenamiento por la Moraña y me alegra ver que lo hice bien a la vista de
un ejemplo tan claro. “Fue bueno tomarse muy en serio la
preparación.”
#3 PROMESA CUMPLIDA.-
Disfrutar de los impresionantes puentes románicos que he visto
y las calzadas romanas que he pisado me confirmaban que estaba cumpliendo un
sueño, me había prometido que en cuanto me jubilase haría el Camino de
Santiago y aquí estoy, a pesar de mis dudas en Roncesvalles, si bien es cierto que en la soledad
del camino hay muchas ocasiones en las que deseas que lo que estás viviendo
pudieras disfrutarlo con las personas que quieres y aunque es difícil de
explicarlo lo resumiría como otra enseñanza del camino: “Vivirlo
para compartirlo”.
#4 LA NECESIDAD DEL
SILENCIO.-
Pernoctar en la Hospedería Cisterciense, me hizo llegar un
sentimiento especial de recogimiento que no había sentido en otros
sitios donde hice parada, el hostal estaba regentado por monjas, la celda donde
me aloje austera pero muy limpia, sin televisión y mucho silencio, me fue fácil
entender la paz y el sosiego que allí se respiraba, al igual que lo fue
recordar en ese silencio los caminos interminables salpicados de peregrinos,
sabiendo que uno de esos peregrinos
eras tú. “eres parte de una realidad
distinta, que existe y de la cual estas participando”.
#5 CASUALIDAD Y
EMOCIONES.- Mi parada
en el pueblo de Hontanas (que no se ve hasta que estas a 500 m, está hundido en
la llanura castellana ¡menuda sorpresa!) fue donde viví una anécdota
muy particular que me hace sonreír cuando me acuerdo de ella: la posadera cuando me vio llegar y
firmé el libro de registro, me comenta que mi hermano ya ha llegado y que está
en el comedor, yo me quedo de una pieza y le digo que tengo 5 hermanos pero que
no esperaba a ninguno, me dice que sí un tal Manuel Martínez se ha registrado
ya, sonrío porque uno de mis hermanos se llama Manuel, pero con él he quedado
en Boadilla del Camino no en Hontanas,
le pregunto por el segundo apellido y mirando el libro me dice sonriendo no, no es
Paz, más tarde conocí a ese
peregrino con el que hice varias etapas hasta León y gracias a esa anécdota coincidí con una gran persona, que casualmente había
trabajado para la misma Entidad que yo
durante muchos años.
Y si de emociones contenidas se trata, ver el Canal de Castilla, me emocionó muchísimo, tenía muchas ganas de verlo, había leído mucho sobre él y verlo in situ fue especial, tanto como mi entrada en Galicia, es otro momento que ansiaba tener, llevo 17 días caminando y O´Cebreiro me espera, en mi mente figuraba como la gran etapa “el subidón”, me recibe con lluvia, sus bosques, sus aldeas, sus paisajes hacen que valga la pena estar allí, tenía una sensación de euforia contenida que me llevó en volandas casi hasta la meta de Santiago, aunque estaba todavía muy lejos, pero ya era cuesta abajo.
Y si de emociones contenidas se trata, ver el Canal de Castilla, me emocionó muchísimo, tenía muchas ganas de verlo, había leído mucho sobre él y verlo in situ fue especial, tanto como mi entrada en Galicia, es otro momento que ansiaba tener, llevo 17 días caminando y O´Cebreiro me espera, en mi mente figuraba como la gran etapa “el subidón”, me recibe con lluvia, sus bosques, sus aldeas, sus paisajes hacen que valga la pena estar allí, tenía una sensación de euforia contenida que me llevó en volandas casi hasta la meta de Santiago, aunque estaba todavía muy lejos, pero ya era cuesta abajo.
#6 MOTIVACION y MORRIÑA.-
Ir haciendo camino etapa a etapa llenas de sentimientos, es lo
que me ha motivado a completar el pasado
año el camino que inicie en el año 2012
en Roncesvalles y que tenía ilusión por rematar no solo llegando a Santiago, sino llegar al
fin de la Tierra, haciendo las etapas desde Santiago a Finisterre ida y vuelta,
tenía autentica morriña por volver a hacer el camino,
después de tantos años fuera de Galicia no creía que pudiera
volver a tener ese sentimiento, pero por lo visto es genético. Recomendaría poner
en los folletos del camino una nota que dijera: “Ojo este producto crea
adicción”. Pero quizás una de las
cosas que más me han llamado la atención y no creo que solo haya sido a
mí, es la satisfacción que se percibe cuando te cruzas con otros
peregrinos o con las gentes que viven al lado del camino y les saludas con ese “buen
camino” y
sabes que te van a contestar y te van a mirar, incluso compartir algo
contigo, vas solo pero no estás solo,
esa frase une, es internacional, da
igual la nacionalidad que uno tenga, todos los peregrinos sabemos que es una
seña de identidad, algo que solo el camino te
devuelve cuando lo haces, el que lo ha vivido lo sabe y lo transmite.
Gracias Vicente me has echo recordar cuando hace años hice el Camino.
ResponderEliminarÁngel Sánchez