POZO DE NIEVE EN SALAMANCA.
Siempre me ha llamado la atención este tipo de construcción ideado para para conservar la nieve recogida en invierno para su utilización en primavera y verano, y como veréis estas neveras no tienen dos días.
Desde época romana se utilizaba el hielo como un recurso medicinal, pero es a partir del siglo XV cuando empiezan a desarrollarse unas construcciones para su conservación en época estival. Su uso se extendió hasta finales del siglo XIX con el aprovechamiento de la electricidad.
Algunos de estos pozos de nieve estaban destinados al consumo privado de las familias poderosas que se lo podían permitir, aunque en Salamanca también fue un lucrativo negocio, regulado con impuestos, y unidos en muchas ocasiones a colegios y edificios conventuales.
La nieve se recogía en los alrededores de la ciudad y en la sierra de Béjar, siendo trasladada en serones cubiertos de paja por caravanas de burros o en carros, se vertía en el pozo de nieve, se apelmazaba para formar el hielo y se cubría con capas alternas de paja. En el fondo del pozo existían canales de desagüe para el deshielo.
En la oficina de turismo de Salamanca (en la Plaza Mayor) me apunté para poder realizar esta visita al pozo de nieve del convento de San Andrés, aunque me sorprendieron muchas más cosas de las que yo esperaba.
Antes de entrar, entre los carteles informativos dispuestos por el Ayuntamiento, nos explicaron algo de su origen, construcción, utilización y sobre el entorno en el que estaba situado.
Tras subir una escalera, en el portal de acceso nos hicieron ponernos unos cascos para proteger nuestra cabeza de posibles golpes. Aunque al principio la medida resultaba incomprensible más tarde descubriríamos el por qué.
A través de un gran arco se accedía a una sala abovedada ocupada casi en su totalidad por el pozo de nieve. Desde un balcón podíamos admirar sus enormes proporciones.
Desde aquí salimos a un patio cuyo lateral derecho estaba ocupado por una de las antiguas cercas de Salamanca. También aquí se disponen carteles informativos y podemos contemplar la boca de un pozo de agua y un antiguo portillo en la muralla que aparecía tapiado.
Pasamos a las tenadas donde se recogerían las caballerías utilizadas para el traslado de la nieve, aunque posiblemente tuviera más usos, incluido el de residencia de las personas encargadas del mantenimiento del pozo.
En este lugar llamó mi atención un ladrillo de barro cocido que contenía la huella de un perro.
Pensaba que aquí casi concluía la visita, a la espera de poder visitar el pozo de nieve desde el interior, pero la explicación se dirigió entonces a los viales del agua que entrecruzan Salamanca por su subsuelo y como se cree que algunos de ellos pueden medir varios kilómetros de longitud.
Así que desde aquí iniciamos una bajada por escaleras y estrechas galerías para encontrar los viales del agua que llevaban el preciado líquido a numerosos lugares de la ciudad.
La habilitación de los espacios, galerías y escaleras, todos bien iluminados, nos permitieron adentrarnos en el subsuelo de la ciudad de Salamanca y conocer algunos de sus viales del agua.
Las galerías en curva, los huecos en las paredes y los distintos ramales aumentaban la sensación de habernos metido en un auténtico laberinto.
La piedra calcárea en la que están cavadas estas galerías ocasionan un fenómeno que normalmente invierte miles de años en su formación; se trata de pequeñas estalactitas de formación rápida que aparecen en algunos techos, por los que evidentemente se filtra agua.
Muy a mi pesar abandonamos estos viales para dirigirnos a ver el pozo de nieve desde su interior, siendo visible la roca madre cavada y algunas huellas que dejaron las herramientas utilizadas en su construcción.
Una visita guiada muy interesante con instructivas explicaciones que nos acerca a otros modos de vida del pasado. Quiero recordar que en el entorno de Cadalso conozco al menos tres pozos de nieve, el de El Tiemblo que hemos visitado varias veces desde Casillas, el de San Martín de Valdeiglesias al que se accede desde la carretera de Pelayos a Cadalso de los Vidrios, y el de Robledo de Chavela que ahora no sé como localizar.
Información obtenida de los carteles dispuestos por el Ayuntamiento de Salamanca.
Fotos y texto: Javier Perals.
Muy interesante, Ángel Canillo
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