EL CIUDADANO Y LA CIUDADANA DE A PIE.
Hace muchos años ya, cuando formaba parte de grupos que debatíamos sobre política con participantes de diversas ideologías, aunque eso sí, democráticos y respetuosos con los demás, muchos de nosotros planteábamos que la política debía fijar sus objetivos en el ciudadano de a pie.
Aquella frase debía condicionar los programas de los recién autorizados partidos políticos y plantear una gestión cercana a la población. Por aquel entonces se divulgaban libros y estudios sobre la expansión de las ciudades, la concentración de la población, la superpoblación, los recursos naturales y la contaminación.
Nos estaban avisando del despoblamiento del campo (ahora lo llamamos España vaciada), del auge de la industrialización y del aumento del tráfico rodado.
En aquellos interesantes debates quedó claro que las ciudades no se hacían para las personas, sino para la economía, y se hacía preciso facilitar la movilidad de las personas y de los transportes, tanto públicos como privados, para favorecer los negocios. La mayor parte de la legislación se hacía para favorecer el desarrollo del urbanismo y el uso del vehículo.
El ciudadano quedaba relegado en favor del coche: aparcamientos, vías urbanas de un solo sentido o de dos sentidos, las avenidas y los semáforos, existencia de gasolineras incluso dentro de la almendra central de las ciudades, construcción de pasos elevados como los famosos Excalestric. Poco se hablaba de las aceras, de las calles peatonales o de las vías libres de contaminación, ideas que empezaron a recogerse una década después.
La declaración del Estado de Alarma por el Covid 19 ha puesto en evidencia la reducción de los niveles de contaminación hasta límites que eran normales en aquellas fechas a las que me refiero, se plantean en muchas ciudades la reducción de las calzadas y la ampliación de las aceras, la reducción de la velocidad de los vehículos en ciudad y se buscan alternativas ecológicas al movimiento de vehículos, como los autobuses movidos por gas o los coches eléctricos.
Con todo lo mala que ha sido la pandemia, al menos trae nuevas perspectivas al desarrollo de ciudades y pueblos. Cuando los Ayuntamientos piensan en la población, no deben imaginarla sentada siempre en un coche, sino andando y paseando por las aceras de calles y avenidas, disfrutando de los parques o de senderos por la naturaleza.
El lunes de la pasada semana, segundo día sin Estado de Alarma y por tanto segundo día de movilidad entre diferentes provincias y regiones españolas, aproveché para ir a Salamanca a ver a mi mujer, a la que hacía más de tres meses que no veía. Volví el viernes pues tenía que ultimar la preparación del Albergue Betania para su apertura el día 1 de Julio. Al llegar a Cadalso me encontré con la agradable sorpresa de que la mayoría se las tapas de las arquetas de la calle de la Iglesia habían sido cambiadas.
Algunas de las que estaban antes aparecían fragmentadas con trozos sueltos que se movían o que sobresalían, provocando ruidos y tropiezos. El Ayuntamiento de Cadalso ha pensado en la población que se mueve a pie y ha procedido al arreglo de estas tapas y es justo que se le reconozca y se le agradezca.
Y hablando de agradecimiento, y como muestra también de implicarse con los vecinos en la limpieza de solares y bordes de los caminos, el Ayuntamiento ha procedido a la limpieza del Camino de Santiago del Sureste a su paso junto a la urbanización El Mirador, por lo que nuestra asociación muestra su agradecimiento.
Fotos de Cadalso y texto: Javier Perals.