Y EL CAMINO DE SANTIAGO DEL SURESTE.
Empezaré por aclarar que no es mi intención que estos caminos se tomen al pie de la letra, creo que es el peregrino el que hace su propio Camino, el que decide alargar o acortar etapas, el que toma la decisión de desviarse para visitar tal localidad o tal ermita y el que movido por las circunstancias decide cambiar su trayecto.
Antepongo esta aclaración porque en el camino que abordo en esta entrada de Juan de Villuga no se menciona Ávila, o algunas otras poblaciones que actualmente cuentan con una tradición en la acogida a peregrinos, y no es mi intención polemizar sobre dichos caminos.
Me parece bastante interesante la descripción de lugares, a veces mencionados como "ventas" lo que más tarde serán núcleos urbanos, como el caso de San Bartolomé de Pinares.
El repertorio es una relación de lugares, no sólo poblaciones, y la distancia que dista entre ellos expresados en "leguas" con números romanos.
La legua era una medida de longitud que no siempre medía lo mismo, según el lugar donde se usase y según la percepción del caminante. Aunque es cierto que llegaron a utilizarse miliarios y mojones en los que se expresaba la distancia en leguas.
También me resulta curioso el modo de expresar algunas poblaciones, en algunos casos imagino porque la grafía a mano de la que se copió el texto de imprenta resultaría poco legible para el impresor, así se menciona "Madril" en varias ocasiones terminado en ele y no en de. Lugares que llevan "uve" aparecen escitas con "u".
Reseñar también que hay lugares que no encuentro ni siquiera en mapas muy detallados, posiblemente porque desaparecieron hace tiempo o porque cambiaron de nombre.
Aunque el trabajo de Juan de Villuga puede parecer a algunos simple y poco descriptivo, a mí me parece muy interesante por las posibilidades que tenemos actualmente de investigar esos caminos. Además recordemos que fue publicado en 1546, apenas 48 años después del descubrimiento de América.
Cuadro comparativo Camino Alicante-Santiago y Camino del Sureste.
Javier Perals.
Excelente trabajo e íntimos los nombres que aparecen, por citar algunos de los nuestros, Cadahalso y la Venta de los Toros de Guisando, que diferente debió ser todo cuando Villuga recorrió estos parajes, me lo imagino en Cadahalso entrando por la puerta del Horno de Abajo, visitar la ermita de Santa Ana y por la calle Real llegar hasta le ermita de San Antón, parada obligatoria para ser reconfortado por el ermitaño en todos los sentidos, principalmente el del estómago. Si pudiéramos ver todo esto sería maravilloso, pero al menos yo, sólo con la imaginación ya soy capaz de soñar y ver las imágenes, incluso el movimiento. Por cierto que mal vestidos van, parecen ropajes.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pedro Zorro Peregrino
Creo que lo ves tan nítido que podíamos hacer una película. El Libro de Villuga me parece una preciosidad y un auténtico tesoro por las fechas en las que está hecho. Años antes un pariente de Cristobal Colón (creo que era un hermano) intentó hacer un trabajo parecido pero no se lo permitieron. Unos 200 años después de Villuga se hizo otro y apenas había aportaciones nuevas. Seguiré haciendo entradas sobre este libro, ya verás como merece la pena. Gracias Pedro y un abrazo. Javier Perals.
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