LA TORRECILLA.
En Cadalso de los Vidrios hay una zona del pueblo que es conocida con este topónimo. Algunos la sitúan justo al término de la Calle San Antón, en unas casas bajas a las que, al parecer, también llamaban así.
En la citada viña, muy cerca del Camino de San Antón y de la Cruz de Santiago que se instaló en 2017, gracias a la colaboración del Ayuntamiento y la AACSCV, sobresale una formación granítica sobre la que hay talladas unas rampas y unos escalones y en la parte alta quedan restos de unas antiguas cazoletas cavadas en la piedra.
Según nuestras investigaciones y varios estudios del catedrático Miguel Martínez Artola, se trata de un altar de origen vetón sobre el que se hacían sacrificios, seguramente de animales, y que prueba que los vetones estuvieron asentados en la zona comprendida entre Cenicientos, Almorox y Cadalso.
Más tarde, con la ocupación de los pueblos árabes, se construyó sobre esta roca una torre con argamasa, piedra y ladrillo. Para llegar a esta afirmación hemos estudiado los numerosos restos que hay en las paredes que circundan la finca, de gran entidad algunos de ellos, lo que demostraría que la torre tuvo cierta envergadura. Además quedan algunos restos sobre la propia piedra.
Estas torres eran construidas en zonas altas a una distancia tal de otras torres de forma que pudieran comunicarse entre ellas a través del fuego. La más cercana sería la que hay sobre la Peña Muñana, a cuyos pies se cree existió otro asentamiento.
Se sabe que ciertos picos sobresalientes de la sierra poseían alguna de estas torres, aunque no hemos encontrado ningún vestigio sobre el cerro de Casillas, el cerro de Guisando y otros. Si se sabe que hubo algunas torres en San Martín de Valdeiglesias y en Navas del Rey, pero creo que se trata más de la tradición oral que de que estén documentadas algunas de ellas.
Con el tiempo aquella torre perdió altura y fue fragmentándose en numerosos trozos que fueron utilizados para hacer o reforzar las paredes de la finca. En esta época de deterioro, pero cuando aún no estaba arrasada por completo, debió nacer el topónimo "La Torrecilla" (ya no era una torre).
Algunos miembros de la asociación del Camino de Santiago acordamos poner en valor este vestigio de nuestro patrimonio histórico, se pidió permiso a algunos de los propietarios e iniciamos un proceso de limpieza arrancando las zarzas que cubrían parcialmente la roca. Se limpió la parte alta y se rebajó el cúmulo de arena a su alrededor.
Aunque la finca no está cerrada y tiene numerosos lugares de acceso, su entrada la tiene desde el camino de San Antón, también conocido como camino Real o camino de La Peluquera, apenas a 20 metros después de pasar el último chalet.
Nos gustaría que los propietarios autorizasen el poder realizar visitas guiadas a este singular altar que dio nombre al lugar y que es conocido como La Torrecilla.
Las personas implicadas en este proyecto hemos sido Ángel "Canillo", Eloy, Rita y Javier.
Fotos y texto: Javier Perals.
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