PATROCINADORES 2024-1

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La Asociación de Amigos del Camino de Santiago en Cadalso de los Vidrios agradece su colaboración a todos nuestros PATROCINADORES. Muchas Gracias.

PATROCINADORES 2024-2

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CONCURSO FOTOGRÁFICO PARA EL CALENDARIO DE 2025

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PARTICIPA EN EL CONCURSO FOTOGRÁFICO.

MAPA DE METRO DE LOS CAMINOS DE SANTIAGO

MAPA DE METRO DE LOS CAMINOS DE SANTIAGO
FEDERACIÓN DE ASOCIACIONES DEL CAMINO DE SANTIAGO LEVANTE-SURESTE

MAPA FOLLETO

MAPA FOLLETO
MAPA DEL CAMINO DEL SURESTE A SU PASO POR LA PROVINCIA DE MADRID, DESDE ESCALONA A CADALSO Y DE CADALSO HASTA CEBREROS, CON FOTOS DE LUGARES SINGULARES DE TODAS LAS POBLACIONES.

INFORMACIÓN FOLLETO

INFORMACIÓN FOLLETO
CARA DE INFORMACIÓN DEL MAPA DE LAS ETAPAS DEL CAMINO DEL SURESTE A SU PASO POR LA PROVINCIA DE MADRID ENTRE ESCALONA (TOLEDO) Y CEBREROS (ÁVILA) CON INFORMACIÓN DE LOS RECURSOS EN LOS DISTINTOS MUNICIPIOS. ESTE FOLLETO HA SIDO EDITADO POR LA ASOCIACIÓN DE AMIGOS DEL CAMINO DE SANTIAGO EN CADALSO DE LOS VIDRIOS CON EL PATROCINIO DE LA CONSEJERÍA DE TURISMO DE LA COMUNIDAD DE MADRID. AGRADECEMOS AL AYUNTAMIENTO DE CADALSO SU COLABORACIÓN.

jueves, 1 de octubre de 2020

ADENTRARSE EN UNA MINA I

 ADENTRARSE EN UNA MINA. LA MINA DE LA GALACHE I.

     Tras el parón veraniego, bueno parón con respecto al blog y a las comunicaciones por redes, porque este verano he estado cualquier cosa menos parado.


     La mayor parte del tiempo lo he pasado en Puerto Seguro, un pequeño pueblo salmantino situado en las Arribes del Águeda (afluente del Duero) y cuna de Agustina, mi mujer. Aunque mis revisiones médicas y algunas otras circunstancias me han hecho volver por Cadalso cada quincena.



     Una de las actividades que llevaba en mente para realizar, aparte de la finalización del empedrado del patio, era la medición de una mina descubierta el año pasado tras permanecer muchos años oculta por zarzas y otros vegetales. Por mis amigos es conocida mi afición a meterme en cuevas, grutas y huecos.

   

   Tenía un rollo de cuerda de casi cien metros de longitud y sobre ella trencé, cada cinco metros, un fragmento de cinta de persiana en la que había pintado los números 5, 10, 15, 20 y así sucesivamente hasta llegar al número 85, pues la cuerda restante no llegaba ya a los cinco metros.


     Tras este minucioso trabajo enrollé la cuerda en una especie de carrete para guardar la manguera, lo que facilitaba ir soltando cuerda sin que se liara entre sí o formara nudos.

     Por fin, el 11 de Agosto, con Jose Ignacio y Emilio bajamos por un carril hasta el desvío a la mina. Iba provisto de casco, linternas, un palo largo para tantear y ropa y calzado adecuado a estas tareas.

 



   Cuando llegamos a la boca de la mina, era la primera vez que la veía aunque había visto algunas fotos, la apertura de la mina era apenas de unos 70 centímetros, lo que obligaba a pasar en cuclillas o a cuatro patas.


     Ni Jose Ignacio ni Emilio se animaron a pasar por la poca altura de la entrada, que encima aparecía parcialmente cubierta por una nube de pequeñas arañas de patas largas. Me puse el mono, unas botas viejas y el casco con su frontal incluido, una cámara de fotos compacta y la vara larga para tantear el suelo y a cuatro patas empecé a adentrarme en la cueva para hacer un primer reconocimiento.


     El suelo aparecía esponjoso, mullido y húmedo y procuré pasar rápido los primeros metros pues las arañas se descolgaban a mi paso. Cuando vi el primer charco el techo empezaba a cobrar altura, lo que me permitía avanzar agachado y al poco ya estaba de pie. En esta primera incursión no llevaba la cuerda para medir la profundidad de la mina, pero cuando se pudo medir resultó que eran algo más de diez primeros metros los que no permitían ponerte de pie.


     A partir de aquí mi paso era lento, tanteando con el palo, esquivando montones de lodo blando y algunos charcos. Tomé seguridad al ver el suelo de piedra que un pequeño reguero de agua había limpiado y que se enturbiaba a mi paso.


     Con el frontal del casco me pareció divisar el fondo de la cueva y me sentí desilusionado pues no llegaría a cuarenta metros el espacio recorrido. Aunque ya no veía la luz exterior me comunicaba a voces con mis compañeros en el exterior que anotaban algunas cosas que les iba diciendo.


     Lo que parecía el fondo de la mina no era mas que un giro brusco de la galería hacia la izquierda que se repetía apenas a dos metros hacia la derecha. Nuevamente la luz de mi linterna se perdía en la oscuridad de la mina.


     Me fijaba en los colores de techo y paredes y en los montones de lodo del suelo que identifiqué como el guano que dejan los murciélagos. Aunque sentía la humedad en los pies prefería andar metiendo los pies en el agua con la piedra en el fondo que sobre aquellos montones blandos y pegajosos.


     Vi un tritón oscuro de buen tamaño, un ratón o musaraña rubia y tres murciélagos que se asustaron con mi presencia. 


     Otra vez la linterna me muestra lo que esta vez sí parece ser el fondo de la mina, pero nuevamente un recodo más cerrado que el anterior me presentaba el último tramo de la mina.


     Una vez toqué el fondo de la mina me entretuve en hacer algunas fotos, fijarme en hendiduras que parecían hechas con barrenos, manchas blancas, doradas y negras y fui regresando procurando pisar en mis propias huellas y evitando los montones de lodo y limo.

     Volví a encontrarme con aquel recodo que había interrumpido la comunicación con el exterior pues desde ese punto apenas se oía y no se entendía nada. 


     Al llegar a los charcos vuelta a agacharme y andar a cuatro patas para salir al exterior.

     Mis compañeros me preguntaban si me podía poner de pie, si había mucha agua, si había barro y si había galerías que salieran de la principal.


     Anoté mis observaciones que recordaba mentalmente dejando un espacio para anotar la distancia desde la boca de la mina: zona de gateo, zona de ir agachado, primer charco, zona con altura para ir de pie, primera curva, codo a la izquierda de un ángulo inferior a 90 grados, recodo a la derecha con un ángulo cercano a los 90 grados, curva a la izquierda, ultimo recodo y fin de la cueva.

     Acordé con ellos que en cada uno de esos puntos haría una parada, pues a partir del recodo se perdería nuestra comunicación. Ellos deberían ir anotando los metros de cuerda de cada parada y yo debía memorizar si hacía alguna otra parada por otra razón. Me quité las botas viejas y los calcetines mojados y los cambié por otros calcetines más gruesos y unas botas katiuskas o de agua. Me puse el cinturón donde llevaba el mosquetón al que iba atada la cuerda y volví a meterme en la mina.


Continuará.

Fotos y texto: Javier Perals.

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