El domingo 5 de Junio, como estaba previsto en el programa de actividades de la Asociación de Amigos del Camino de Santiago en Cadalso de los Vidrios, se celebró un recorrido urbano por Cadalso.
En esta ocasión no era la monumentalidad de algunos de sus edificios ni las creaciones artísticas que decoran la población. Esta vez se trataba de un paseo para descubrir y disfrutar de pequeños detalles que hacen peculiar a Cadalso.
El recorrido se inició a las puertas de Betania, incluso algunos participantes aprovecharon para ver el estado del edificio, en la calle del Dr. Eyjo Garay, que aunque aparece en google-maps no tiene ni un solo letrero en toda la calle. Justo enfrente de la puerta de Betania, en la otra acera comenzaron las sorpresas.
Entre los bordillos que forman la acera destacan cuatro fragmentos de un granito más claro y con el borde redondeado en el que aún se aprecian, a pesar del asfalto, las inscripciones que llevaba la piedra.
Después nos dirigimos a las escaleras que dan acceso a la plazuela de la Iglesia, que conserva unos goznes de las que fueron las puertas del camposanto que hubo en dicha plazuela. Algunos escalones conservan inscripciones lo que hace suponer que se reciclaron algunas lápidas cuando se quitó el cementerio. La entrada a la iglesia se hacía por la puerta principal, situada a los pies del templo. Queda un fragmento de esta cancela junto a la rampa de acceso.
También en el pórtico de la iglesia hay varias inscripciones, una muy visible y legible, la otra no tanto, y algunas marcas de un posible portal de madera.
Frente a la sacristía observamos la preciosa ventana con reja y celosía que da al altillo que existe sobre la sacristía y al que se podía acceder por una escalera de madera muy empinada que había. Actualmente para acceder hay que colocar una escalera de mano. Aquí también vimos el juego de tejas que realizaron los obreros en la última restauración de la iglesia, en la que se retiró el tejado de pizarra para colocar el típico tejado de teja árabe. Por cierto que en algunas partes del lado norte y oeste hay bastantes tejas rotas.
Ascendimos por la calle Eternidad hasta su encuentro con la calle Pedro Álvarez, donde contemplamos la estética de las esquinas, y por esta calle llegamos a la Plaza del Dr. Fleming, donde se encuentra el Hogar del Jubilado.
Tomamos la calle Maestro Enrique Gullón hasta su encuentro con la C/ San Antonio, donde se encuentran dos carteles de azulejos, el de la propia calle y el de la Colonia Virgen de la Aurora. Cuando dobla la calle pasa a llamarse de San Macario donde aún se conserva una antigua casa de labradores.
Por la calle San Antón ascendimos hasta la casa del Ermitaño, también llamada Ermita de San Antón, donde contemplamos su hermoso dintel, el brocal del pozo y una argolla.Descendiendo por esta calle contemplamos dinteles y jambas decorados, argollas en las paredes, llamadores de mano, puertas de madera y la estrechez de muchas de sus fachadas.
Antes de dejar la calle vimos la casa de Santa Teresa, que perteneció a Antonio Fraguas "Forges" y que fue reedificada manteniendo su antiguo aspecto gracias al proyecto del Arquitecto y humorista "Peridis". También contemplamos el único resto visible de la Muralla Medieval.
En el número 29 de esta calle había en una jamba un azulejo que ponía "Casa de cristianos", y en la jamba de enfrente otro que ponía "No pasar sin decir Ave María". Estos azulejos fueron cubiertos, por protección, con otros azulejos más actuales.
Giramos a la derecha para tomar la calle de la Sangre y contemplar la única escalera de acceso a la planta superior que se conserva en la actualidad, y que pertenece a la Bodega de Valentín Frontelo. En este tramo de la calle hubo al menos tres escaleras similares.
En la Bodega, Valentín nos obsequió con un vasito de vino o de vermut, que sirvió para reemprender el camino con nuevos bríos. Gracias Valentín.
Desemboca esta calle en la Plazolilla, donde contemplamos un gran poyo, unas argollas, un adorno en una jamba en forma de Concha de Santiago y los "dragones" o gárgolas metálicas que sirven de desagüe de los canalones de alguna casa.
Pasamos después a la Plazolilla de Abajo, aunque figura el cartel de Calle Carretas, donde nos fijamos en la enorme lancha que cubre gran parte del suelo de la plaza, los clavos puestos en la pared, al parecer para sujetar algunos de los altarcillos que se ponían el día del Corpus, las placas del Fénix y alguna media ventana que se conserva tras las particiones de alguna propiedad.
Por la calle Real bajamos hasta la Ronda de Madrid, donde contemplamos la puerta de entrada a una antigua bodega, la cochera de los camiones de la leche y más adelante lo que queda de las cocheras de El Gato.
Nos asomamos a las calles del Coso y la calle de Santa Ana y dada la hora que era decidimos terminar aquí la visita e ir a la calle de la Iglesia donde nos esperaba una cata de vinos con aperitivos. Justo antes de entrar nos fijamos en el portón de enfrente donde aún se puede leer "Deposito de chocolates y jabones" y nos hicimos una foto colectiva en la puerta de la sede.
Texto Javier Perals.
Saber mirar es saber amar. Gracias por enseñarme lo primero, lo segundo es consecuencia de lo primero.
ResponderEliminarComo maestro siempre he dicho que conocer es amar. Y saber mirar es una de las mejores formas de conocer. Por lo tanto me sumo a tu comentario "saber mirar es saber amar". ¡Ojalá muchos de los jóvenes de Cadalso supieran mirar bien su pueblo, lo amarían más y lo cuidarían mejor.
ResponderEliminarUn abrazo Miguel.
Javier.