Permitidme en esta ocasión que os cuente una vivencia personal que me ocurrió hace poco tiempo en Madrid, en el pasado mes de mayo.
Ángel Sánchez "Canillo" y yo realizábamos un curso en el CSIC sobre estudio y conservación del Patrimonio a través de colecciones museísticas, y habíamos sido invitados a una visita al Museo Naval para comprobar "in situ" parte de la información teórica y práctica que habíamos recibido en el Centro de Ciencias Sociales.
Decidí irme a Madrid por la mañana para buscar un sitio donde, en teoría, vendían aparatos que medían la humedad relativa del aire y la contaminación ambiental a través del grado del pH. No lo encontré, pero me encontré de golpe con mi infancia.
De pequeño, de la mano de mi madre, cuando volvíamos de la zona centro de hacer compra de ropa, bajábamos por la calle Atocha para ir a tomar el autobús en la plaza Drumen, de donde salía el Adeva para Getafe, y parábamos en una tienda donde vendían miel.
De la tienda, de una sencillez extrema, sólo recuerdo un sencillo mostrador de madera, sin adorno alguno, y un dispensador con el que, al mover una manivela, entraba la miel en un depósito de cristal que indicaba la cantidad que se había de dispensar, y luego al mover la manivela en sentido contrario un émbolo empujaba la miel al recipiente que se quería llenar.
De este tipo de dispensadores recuerdo haberlos visto también para aceite en una tienda de ultramarinos e incluso en algunas gasolineras.
Buscando la tienda de tecnología me encontré con la tienda de la miel y mi infancia vuelve de golpe a mi cabeza.
Paso de seguir buscando mis sensores y me dedico a recorrer las calles que hace más de veinte años que no veía.
Contemplo que han reeditado los nombres de las calles a la antigua usanza, como si fueran azulejos.
Aunque me cuesta trabajo dejarlo he quedado con Ángel y me gusta ser puntual, pero me prometo volver otro día para entrar en algunas de las tiendas que aún siguen funcionando y de las que yo aún me acuerdo.
Vivencias que como la canción de Serrat, "aquellas pequeñas cosas" uno se cree que dejó atrás pero en ocasiones vuelven con fuerza... Con mucha fuerza.
Javier Perals.
Javier en 20 años han cambiado mucho Madrid y en Cadalso pasa lo mismo, creo que con la
ResponderEliminarilusión y esperanza que tienes tu estas poniendo tu grano para que broten nuevas ideas.
Saludos Ángel Sánchez
Todas las ideas cuentas, unas se pueden realizar y otras no, pero incluso éstas, las que no se pueden realizar son el germen de nuevas ideas. Lo importante es compartir y yo cuento contigo para compartir ideas y proyectos. Un abrazo Ángel.
ResponderEliminarJavier.
Me ha encantado tu paseo por Madrid, pero la próxima vez compra alguna cosita en estas tiendas tan tradicionales y me invitas. También podemos tomarnos un mojito....que si, que por una vez no te va a pasar nada. Tranquilo que al mojito invito yo....vennnga.
ResponderEliminarPor cieto, no habrás visto una tienda de trípticos?
Un abrazo.
Hola Pedrito, gracias por tu comentario. Acepto tu invitación para lo del mojito. También acepto invitarte a algo ... ligero de beber, no sea que me pidas un churrasco y ya hemos pasado la mitad del mes. Respecto a la tienda de trípticos, que sí, que la había, me han dicho que no pudo superar la crisis y los ineptos que no sabían ni doblarlos.
ResponderEliminarUn abrazo. Javier.
Soy melancólicamente feliz al leer este comentario -y otros del mismo autor- tan llenos de ternura, paz y amor por la Patria de los sentimentales: LA INFANCIA.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Gracias a ti por la ternura que pones en tus ojos, en tus pensamientos y en tus palabras.
ResponderEliminarJavier.