EL FORASTERO Y YO
RELATO FINALISTA EN EL TERCER CONCURSO LITERARIO DE RELATO CORTO
Era un caluroso día de verano, exactamente el 25 de julio. Desde muy
temprano, junto al despertar el día, salíamos mi amo, la mula y un borriquillo
a faenar al campo. Ese día hacía un calor sofocante y los truenos se oían a lo
lejos. Yo avisaba al amo constantemente de la tormenta que se avecinaba, pero
él estaba tan metido en su faena que no me prestaba atención. Solo cuando
empezó a llover, y lo hacía con fuerza, comenzó a aparejar y cargar los aperos
de la faena en la mula. De repente le entraron las prisas y el apuro por llegar
a casa. Según subíamos el Camino del Pilar hacia el pueblo, en medio de rayos y
truenos, como de la nada se nos unió un hombre que venía caminando y ayudó a mi
amo con los animales.
Subimos de prisa y entramos en
casa por un portalón grande con el techo alto donde nos sentimos seguros.
Enseguida salieron las mujeres de la casa con toallas y ropa seca para todos, a
mí me dieron un mendrugo de pan. Una vez sosegados observé a aquel hombre
forastero, era un hombre alto, huesudo, la barba y el pelo, algo revueltos,
sujeto en la nuca a modo de coleta. La nariz aguileña y sus ojos verdes que
podían parecer a veces grises, pero muy alegres. Vestía pantalón anudado en los
tobillos, camisa blanca e iba calzado con unas albarcas que parecían remendadas
demasiadas veces con distintos materiales con lo cual, no se sabía si eran de
cuero, de trapo o de esparto. Tenía una tela grande donde guardaba sus
pertenencias que anudaba a modo de hatillo. Una capa voluminosa cubría toda su
figura en los momentos de frío. Para caminar se valía de una vara larga de la
cual colgaba una concha del mar con una cruz, cosa que yo no había visto nunca
en la vida y miraba y miraba sin parar.
Cuando terminó la tormenta el
hombre agradeció su hospitalidad a mi amo y su familia y salió por el portalón
para seguir su camino. Yo salí detrás de él con mucha curiosidad. Subía la
calle arriba mirando sus bonitas fachadas, al llegar a la plaza del pueblo paró
en la fuente de dos caños a llenar su calabaza de agua. Fue entonces cuando con
gran algarabía apareció mucha gente contenta con ganas de fiesta. Venían de la
iglesia de una boda todos muy aseados y pulcros con vestidos sencillos, incluso
la novia y el novio que solo se distinguían de los demás por el rubor de sus
mejillas y el deseo en sus miradas. Entonces el forastero sacó del hatillo un
palo con agujeros, soplaba y sonaba algo especial mientras él movía ágilmente
sus dedos entre aquellos agujeros, pues todo el mundo empezó a bailar. La
fiesta fue a más, todos animados entre cantos, bailes, vinos, bollos, perdices,
morcillas y más vinos, fueron pasando las horas y la tarde en armonía,
felicitaciones y buenos deseos de prosperidad para los recién casados. A mí la
música me gustaba y de vez en cuando algo más que un mendrugo de pan me caía.
Así llegó la noche y cada cual se fue a su casa. El forastero seguía tocando la flauta todo San Antón para arriba de lado a lado de la calle de lo animado que iba. Cuando pasó el pueblo, al principio de su camino no pudo más, extendió su capa y “durmió la mona”. Yo me quedé con él, vigilando y esperando que aquella cosa sonara.
Con los primeros rayos de Sol
el forastero despertó, bebió agua mucho rato en “La Fuente los Piejos”, se aseó
y puso sus cosas en orden. Fue entonces cuando yo le entregué a sus pies la
liebre que había cazado para él, la guardó en el zurrón y me acarició dándome
las gracias. De repente oí la voz del amo llamándome, las campanillas de la
collera de la mula sonando, era la hora de mi rutina, la que tanto quería, mi
campo, mi amo, mi casa, mis animales, … Miré al forastero y nos despedimos, yo
con un ladrido, él con una mirada. Adiós amigo, qué aventura nos dará hoy la
vida, pues vamos a comprobarlo, y emprendimos el camino cada uno por su lado.
Bravo Carmen precioso relato 👏👏👏
ResponderEliminarMuy bonito Carmen!!Enhorabuena un beso 😘
ResponderEliminarMuy binito relato,felicidades Carmen
ResponderEliminarComo se ve que conoces el pueblo, relatas sus fuentes, el campo sus animales .......me alegra mucho que se escriba de su campo ya que ha sido su fuente de riqueza para los cadalseños . Gracias por el relato. Ángel Canillo
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