PATROCINADORES 2024-1

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La Asociación de Amigos del Camino de Santiago en Cadalso de los Vidrios agradece su colaboración a todos nuestros PATROCINADORES. Muchas Gracias.

PATROCINADORES 2024-2

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CONCURSO FOTOGRÁFICO PARA EL CALENDARIO DE 2025

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PARTICIPA EN EL CONCURSO FOTOGRÁFICO.

MAPA DE METRO DE LOS CAMINOS DE SANTIAGO

MAPA DE METRO DE LOS CAMINOS DE SANTIAGO
FEDERACIÓN DE ASOCIACIONES DEL CAMINO DE SANTIAGO LEVANTE-SURESTE

MAPA FOLLETO

MAPA FOLLETO
MAPA DEL CAMINO DEL SURESTE A SU PASO POR LA PROVINCIA DE MADRID, DESDE ESCALONA A CADALSO Y DE CADALSO HASTA CEBREROS, CON FOTOS DE LUGARES SINGULARES DE TODAS LAS POBLACIONES.

INFORMACIÓN FOLLETO

INFORMACIÓN FOLLETO
CARA DE INFORMACIÓN DEL MAPA DE LAS ETAPAS DEL CAMINO DEL SURESTE A SU PASO POR LA PROVINCIA DE MADRID ENTRE ESCALONA (TOLEDO) Y CEBREROS (ÁVILA) CON INFORMACIÓN DE LOS RECURSOS EN LOS DISTINTOS MUNICIPIOS. ESTE FOLLETO HA SIDO EDITADO POR LA ASOCIACIÓN DE AMIGOS DEL CAMINO DE SANTIAGO EN CADALSO DE LOS VIDRIOS CON EL PATROCINIO DE LA CONSEJERÍA DE TURISMO DE LA COMUNIDAD DE MADRID. AGRADECEMOS AL AYUNTAMIENTO DE CADALSO SU COLABORACIÓN.

jueves, 28 de abril de 2022

UN RECORRIDO BUSCANDO LAS HUELLAS

 Un recorrido buscando las huellas.

Días de luz y entendimiento (Reflexiones personales)

En la diversidad, con razonamiento, encuentras la sabiduría del semejante.


EXPLORANDO LAS HUELLAS

 No es fácil envejecer con gracia… hay que dejar ir la juventud sin mortificarla con una edad que no te pertenece. Es necesario hacer la paz consigo mismo y reinventarse nuevos caminos que te lleven al lugar que te corresponde. Pero no por ello dejar a un lado tus ilusiones, sentimientos y recuerdos, sumidos en la fe y la esperanza hacia un mundo donde los cambios sociales han formado nuevas formas de vida. Así y todo, con el Espíritu Santo en nuestros corazones siempre nos guiará los caminos de la vida para encontrar la luz que refleje nuestros movimientos en ayuda hacia el hermano peregrino y hospitalero.

Recuerdo con nostalgia, pero agradecido, los momentos vividos como peregrino y hospitalero, donde sentí verdaderamente el amor de Dios, donde la convivencia entre compañeros y amigos se convierten en hermanamiento sincero, sin prejuicios ni clases sociales. Eso fue en uno de los encuentros que hicimos los hospitaleros, en la primavera del año 2019 donde pudimos ofrecernos mutuamente el verdadero sentimiento de servicio y amor fraterno en la hospitalidad.


         Cuando confirmé a Marina mi participación en el encuentro con mis compañeros hospitaleros. Reflexioné sobre el título del encuentro: “Explorando las huellas”, pero… ¿qué huellas? me dije. ¡Claro, las huellas de uno mismo!  Aun así, veo que hay algo más; meditando al respecto sobre la experiencia acontecida me lleva hacia el interior del alma, a una conexión con los demás.

        Al medio día me recoge Rafael en el lugar donde habíamos acordado. Él venía de Yecla y desde aquí, en Valencia, teníamos cerca de siete horas de camino hasta Igea (Logroño). Paramos a comer en Calamocha y luego nos dirigimos hacia Alfaro. Como íbamos bien de tiempo nos dirigimos primero a visitar el albergue de Alfaro, donde tenía que quedarse Rafa de hospitalero la segunda quincena de junio. Ya que teníamos tiempo quiso aprovecharlo para conocer al hospitalero que iba a turnar, conocer el lugar y revisar el albergue.

 


       Una vez realizada la visita y la inspección ocular, nos dirigimos hacia Igea, lugar del encuentro. Igea es un municipio de la Rioja Baja, conocido por lo referente a la divulgación científica en geología y paleontología, debido a los numerosos y ricos yacimientos localizados alrededor. Aquí está el “Centro de Interpretación Paleontológica de la Rioja”.

        Bueno…, pero nosotros no venimos aquí para estudiar la geología, nuestro motivo es otro, aunque ello no impida que aprovechemos la circunstancia de poderlo visitar.

        Llegamos a la hora acordada y no resultó difícil localizar al grupo de compañeros que ya habían llegado; me encontré con dos caras conocidas: eran Pili Vázquez, de Vizcaya y Agotz, de Guipúzcoa. Las conocí en el cursillo para hospitaleros en marzo de 2018, en Oviedo. Sentí mucha alegría de volverlas a ver.

        Éramos nueve los que nos juntamos en ese momento; nos presentamos, tomamos unas cañas y Marina, nuestra coordinadora, decide que, en vez de esperar allí, a los que faltan, hagamos camino hacia el lugar donde nos vamos a quedar el fin de semana y así tendremos más tiempo para organizarnos. El lugar está a unos tres kilómetros del pueblo, dirección Cornago; a lo lejos se divisa en una colina la Ermita de Nuestra Señora la Virgen del Valle, patrona de Igea, donde nos vamos a instalar; un lugar pintoresco, abierto, sobre la cima de un cerro, rodeado por el valle del rio Regajo y la sierra Peñalosa.

 


        Sabíamos todos, porque así nos lo expuso Marina, que nos instalaríamos en la Ermita con las condiciones medianamente asequibles pero suficientes y limpias. Nos instalamos en la casa del santero, adosada a la capilla de la Santísima Virgen.

         En la planta baja teníamos los aseos, una cocina-comedor muy amplia y en el piso los dormitorios, aseos y duchas. Desde el comedor teníamos acceso a la capilla, donde realizábamos los ejercicios, coloquios y oraciones.

        El atardecer iba dando paso a la noche. La luna, casi llena, ya se iba viendo reflejada y apetecía estar al aire libre. Se decide cenar fuera; todos a una nos ponemos a preparar las mesas y las sillas mientras otros preparan la cena con los alimentos que entre todos habíamos llevado. Las tres personas que faltaban llegaron justo a la hora de cenar.

        Con un ambiente cordial y muy animado, al tiempo que vamos cenando, estamos dándonos a conocer en mutua armonía; sólo estaba creándose un pequeño y molesto incidente: estaba empezando a inundarse el ambiente con pequeños insectos que acudían al olor de los alimentos, y también empezaba a levantarse un poco de aire fresco. Decidimos acabar la cena en el interior.

        Todos tenemos un mismo denominador común: el amor al camino y el deseo de atender al peregrino con un servicio solidario, de encuentro y comprometido. Ello servía para que el tema de conversación versara en anécdotas, experiencias y conocimientos de los albergues y sus consecuencias.


         Acabada la cena nos dirigimos al templo, donde vamos a realizar las actividades programadas y el encuentro. De fondo espiritual y profundo, preparado por Marina, comenzamos la primera sesión del trabajo colectivo para estos días, que es, ni más ni menos que el amor desinteresado y profundo hacia el prójimo y el servicio voluntario y desenfadado hacia una causa justa, que es la atención y el cobijo al peregrino. Pero, para ello reflexionamos: Nos ponemos en presencia del Señor pidiéndole su compañía; escuchamos una música como fondo a esta reflexión, interpretada por la inigualable y maravillosa voz de Rosalía, sobre un texto del poema escrito en 1577 por San Juan de la Cruz: “Qué bien sé yo la fonte que mane y corre, aunque es de noche”, considerado como una de las expresiones poéticas más logradas y hermosas del deseo profundo del hombre, de conocer a Dios por fe.

         Con esta canción “Aunque es de noche” nos vamos a dirigir en sentido trascendente sobre las intenciones de encontrar el valor del tiempo y saber aprovecharlo con las oportunidades que nos ofrece la vida en lo personal y lo espiritual, identificándonos también, cada uno de nosotros, en la frase que más se acerca a nuestros sentimientos.

         Nos vamos a dormir porque ya es tarde. Después de un día apretado en el tiempo, pero fructífero en el sentimiento, nos espera la cama con buen recogimiento. El que pueda dormir que duerma y el que no pueda, que intente descansar.

        La noche no ha sido muy placentera para mí. No puedo saber los motivos, pero la verdad ha sido que, queriendo dormir, mi mente se resistía. Aun así, me he levantado descansado y con ganas de disfrutar de una agradable y hermanada jornada.


        Después del desayuno, nos volvemos a reunir ante la presencia del Señor y la Virgen del Villar. Cada uno de nosotros, en silencio y en intimidad personal, después de nuestra oración personal, escuchamos la canción de Luz Casal: “Sentir”. Este ejercicio nos sirve como objetivo para profundizar en las huellas que nos puede haber quedado tras la experiencia como hospitaleros. Esta canción ha sido una de mis preferidas y siempre que la escucho me hace sentirme envuelto en un estado melancólico y tierno hasta el extremo. Escuchando la textura de su voz y la dulce melodía de sus notas, no solo recordaba situaciones vividas en el camino, sino también momentos de felicidad familiar, sobre todo, pensando en esa gran virtud que intenta reflejar la canción: “Esperanza”.

         Dedicamos la mañana del sábado a realizar un tipo de convivencia singular: se trata de compartir por parejas un tiempo de confidencialidad mutua, “experiencias trascendentes”; un tipo de terapia en la que nos contamos mutuamente, de manera resumida, y a modo de confesión, nuestros gozos y sombras que nos han dejado huella en la vida; y de esta actitud sincera y confiada, compartida, de reciprocidad y cariño, nos hace felices. Como a los discípulos de Jesucristo en el camino hacia Emaús: “¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino?”. Luego nos juntamos todos y lo compartimos.

 


      Dedicados por completo a las distintas actividades organizadas y realizadas por todo el grupo, a la preparación y elaboración de las comidas y cenas, en unión compartida y en total armonía, las horas van consumiendo el día y sin casi darnos cuenta se nos va acabando el fin de semana; también hemos tenido un tiempo para realizar visitas a los sitios donde existen huellas del pasado, ya que esta zona es uno de los lugares más ricos del mundo en yacimientos paleontológicos. Visitamos el árbol solidificado y las huellas de los dinosaurios.

        Así se nos ha ido transcurriendo ese fin de semana, conociéndonos entre nosotros y descubriéndonos la parte principal de nuestro ser: el fondo humano de nuestro sentir, el instinto natural de nuestra existencia, el razonamiento lógico de nuestra convivencia y el sentido espiritual de la ayuda desinteresada hacia los demás.

   Comiendo y cenando juntos, compartiendo mesa, juegos, tertulias, experiencias, visitas, y confidencias, hemos conseguido crear el mensaje más grande que necesita la humanidad: 

Amor y solidaridad.

        Me he sentido acompañado, protegido y querido. He visto en todos ellos y ellas un corazón lleno de humanidad, vitalista y emprendedor. No he notado diferencias de edad en todos nosotros; hay “huellas” de un camino recorrido, que con el tiempo hemos sabido dar los pasos correctos para formar una vida con sentido, una vida con futuro y una vida con ilusión, con ganas de compartir y darnos a los demás, hacia la solidaridad y el amor que el mundo necesita.

 


       Que el espíritu de Dios inunde nuestros corazones para completar nuestras vidas en acciones solidarias, y las huellas que vayamos dejando sirvan como ejemplo a los que vengan detrás.

                                                       Manuel Monteagudo (Valencia)

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