SENDA DEL CANTO DEL GUARRO EN SAN MARTÍN.
Esta fue la primera actividad de este año y se realizó el sábado 18 de enero. Aunque hicimos una entrada previa a la realización de la senda no habíamos publicado las fotos de ese día y no queremos perder la costumbre, así que, aunque con retraso, ahí va el relato y las fotos de esa marcha.
Hacia las diez de la mañana estábamos ante el Castillo de la Coracera, de San Martín de Valdeiglesias, para iniciar nuestro camino, con chubasqueros e impermeables puestos pues nos recibió una fina lluvia que al poco rato desaparecería y no volvería a aparecer.
Recorrido por algunas calles de San Martín, paso obligado por la plaza de la Corredera y por otras callejas a la ermita de La Sangre, donde hacemos nuestra primera parada para enterarnos de las luchas del pueblo de San Martín contra sus propietarios nobles.
Cruzamos la peligrosa M-501 (por ser paso del Camino de Santiago de Levante y vía de acceso al Jardín Botánico debería habilitarse algún sistema de cruce que evite este peligro) y en seguida se inicia un ascenso pronunciado que rompe la unidad del grupo.
Seguiremos inversamente el Camino de Santiago de Levante para separarnos de este camino cuando nos dirigimos por medio del bosque a las formaciones graníticas de Canto el Guarro.
Colosales piedras llaman nuestra atención a lo largo de este recorrido.
Algunas de ellas, y a pesar de sus grandes dimensiones, se apoyan sobre otras formando un abrigo o refugio a modo de bóveda.
A través de unos pórticos pétreos accedemos a una roca desde la que se ve la piedra que da nombre al topónimo de la zona, el Canto el Guarro, donde se aprecia la jeta y la papada del cochino animal que quedó inmortalizado por la imaginación de caminantes y lugareños.
A continuación buscamos un balcón por el que asomarnos a San Martín, la niebla impidió ver con nitidez los paisajes que lo circundan, y allí compartimos merienda, dulces y frutos secos.
El camino de regreso es casi todo descendiendo y seguimos, ahora sí, las indicaciones del Camino de Santiago de Levante.
Al llegar de nuevo al castillo de La Coracera acordamos ir a La Hacienda de la Coracera a tomar unas cañas, compartir conversación y dejar nuestra aportación a la economía de la localidad, pero este último objetivo no se pudo cumplir al ser invitados por Elsa y Soraya, dos hermanas pinches.
Fotos: Manuel Moreno, Raquel López, Soraya Simón, Richard Pickers y Eugenio Baquera.
Texto: Javier Perals.
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