PIEDRA ESCRITA
A unos 80 km de
Madrid se encuentra la villa de Cenicientos, que guarda uno de los enigmas
arqueológicos más interesantes de la provincia. Más o menos así iniciaba su
artículo reportaje Miguel A. Martínez Artola en la revista Historia 16 de
noviembre de 2000. Se está refiriendo al enigma de Piedra Escrita.
Cenicientos desde la Peña Buvera. |
“Olvidada por el
sobrecogedor bagaje cultural madrileño, mutilada y solitaria, se yergue a las
afueras del municipio, desafiando al tiempo, la indigencia y la ignorancia. Se
trata de un monolito de unos 7 metros de altura y unas 20 toneladas con
relieves en hornacina sobre cuyo origen y significado se especula desde hace
tiempo. Este monolito constituye el resto más antiguo y venerable de la
historia de la villa.”
Piedra Escrita, ¿altar, monumento de agradecimiento por una sanación, límite provincial romano? |
Las huellas
romanas de Cenicientos se centran en dos monumentos: el monolito de Piedra
Escrita y en el puente sobre el arroyo de los Molinillos, además puede haber un
tercero, es una calzada roma con piedra a modo de losas que cubre parte del
camino, creo que era el llamado camino de Escalona que unía Cenicientos con
Paredes de Escalona.
Puente Romano de Cenicientos. Foto de la web cenicientos.net |
En un artículo
publicado por D. Antonio Box María Cospedal en la revista Cisneros el 24 de
octubre de 1980 escribe: “la ornamentación de la piedra corresponde más bien a
saliente. Consiste en un encasetonado
de forma abovedada, en cuyo fondo hay una escena labrada en altorrelieve,
enmarcada en un rectángulo de 1,40 metros de lado.
Muestra tres figuras humanas, de varones, de perfil, poco
erosionadas, perfectamente hechas, que representan a tres romanos vestidos con
togas largas, de aspecto aristocrático, de pie. Los bellos pliegues del ropaje
muestran la habilidad plástica del cantero-escultor que las hizo. La toga era
la vestidura civil de los romanos de entonces, hace veinte siglos. En medio de las tres figuras se aprecia una
mesa o altar votivo. La figura de la izquierda posa su mano izquierda sobre
dicha ara y las otras dos figuras a la derecha, hermanadas, posan en el ara, la
primera su mano derecha y la segunda su mano izquierda.
El conjunto da la impresión de ser el
testimonio de un pacto, por superposición de cada una de las manos citadas de
los tres personajes, según uso habitual, en este acontecer. Debajo de la escultura descrita queda la
huella cuadrangular apaisada de 1,40 metros por 0,75 metros, correspondiente a
una lápida explicativa “escrita” que debió de existir, expoliada, Dios sabe
cuándo.
Conviene llamar
la atención sobre unos orificios, no demasiado profundos, a la altura de estas
dos partes diferenciadas, el grabado superior y la posible losa o estela
explicativa. También es curioso el enmarcado del conjunto con una bóveda
semicircular a modo de hornacina.
Dibujo realizado a partir de fotografías realizadas por Alicia Cantó |
Inscripción latina antigua cristianizada ya en la Edad Media. |
Al
lado izquierdo aparece una inscripción que fue transformada de los caracteres
latinos a una inscripción dedicatoria “A las tres Marías”, para cristianizar el
monumento posiblemente en época medieval. La arqueóloga de la Universidad
Autónoma de Madrid, Alicia Cantó, descifró el posible mensaje latino que
subyace bajo esta dedicatoria: A.L.S.SISC Q DUANAE, iniciales de las palabras
que forman el siguiente mensaje: “Animo Libem Solvit Siscinius Q. Duanae” y que
quieren decir: “Sisquinio Q. (posible apellido) cumplió su promesa de buen
grado ante Diana”.
Esta profesora determina que de los tres personajes, el de
la izquierda, más digno, puede ser Diana, diosa de la fertilidad y protectora
de los dolores de parto. A la derecha, juntos, una pareja formada por un hombre
y una mujer. A los pies una vaca y un cabrito, dos de los animales que
representan a la divinidad.
Respecto a los cuatro agujeros laterales Alicia
Cantó asegura que se trata del lugar donde se sustentaba un tejadillo colocado en época medieval para servir de
refugio a pastores.
En la parte
posterior de la piedra aparecen toscamente labrados unos pasos o peldaños que
permiten acceder a la parte superior del monolito, aunque se desconoce si se
hicieron con alguna intención ritual o para hacer sacrificios.
Javier Perals.
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