LA BODEGA DEL TÍO PEDRO ÁLVAREZ. 1 LIMPIEZA.
Gracias a Ángel
“Canillo” he podido conocer a Beatriz, la actual propietaria de la casa situada
en la calle Real nº 13 y que antiguamente perteneció a Pedro Álvarez.
Cuando hablo de él
todo el mundo lo nombra como “el tío Pedro”, así que, a pesar de no haberlo
conocido nunca también le llamaré así.
Beatriz nos
enseñó su casa y los arreglos que está haciendo para convertirla en
“alojamiento rural”. Tras la visita a la casa nos enseñó el corral y desde aquí,
bajando unos escalones se accede a lo que fue la bodega del tío Pedro Álvarez.
Cuando vi
aquellas enormes tinajas cubiertas de polvo me ofrecí a limpiarlas para poder
disfrutar más de tan singular espacio.
Actualmente hay
en esta bodega 9 grandes tinajas, aunque por los números pintados en la pared
deducimos que había otra más de gran tamaño y otra más pequeña.
Todas las tinajas
estaban sujetas y protegidas por un entarimado de madera por el que se puede
acceder a la embocadura de todas las tinajas existentes. Este entarimado fue
suprimido en el espacio que ocupaban las dos tinajas que ya no se encuentran
dentro de la bodega, posible causa de que el entarimado presentase mayor
inestabilidad en este tramo.
El corral tiene
un acceso por la ronda de la Sangre, por donde tuvimos que salir para ver el
pajar situado sobre la bodega, y al que se accede por una escalera de piedra
muy corriente en la antigüedad pero de las que ya sólo quedan unas pocas: la de
la bodega de Valentín Frontelo y ésta, que yo sepa.
Aquí acabó
nuestra visita después de compartir charlas y proyectos. Poco después quedé con
Beatriz para iniciar la limpieza de la bodega y acordamos que fuera el lunes 12
de octubre a las 11 de la mañana.
Para proceder a
la limpieza de las tinajas debimos, en primer lugar, proceder a la limpieza del
suelo sacando la leña y otros objetos que se habían ido acumulando allí.
Una vez libre de
objetos el espacio donde íbamos a intervenir, y para acceder al entarimado con
más seguridad, procedimos a colocar tres puntales. Cuando ves la estructura de
madera colocada en torno a las tinajas te das cuenta que el entarimado sujeta
las tinajas y las tinajas sujetan el entarimado, de ahí que la mayor parte de
las tinajas sean barrigudas.
Afianzado el
entarimado subimos por una escalera, no con pocas precauciones, hasta constatar
la solidez de la estructura que nos permitía movernos de una a otra tinaja,
procediendo al barrido y cepillado de toda la parte de la tinaja que queda por
encima del entarimado.
Al limpiar una de
ellas nos dimos cuenta que tenía una inscripción cerca ya del cuello de la
tinaja. La inscripción la hacían los alfareros y en casi todas consiste en un
número con la N delante y debajo de una llave, como las utilizadas en cuadros
sinópticos, tres margaritas.
La única que no
presenta esta inscripción tiene otra que pone AÑO 1944, es una tinaja también
muy grande pero mucho más recta en su forma, por eso no podía sujetar la
estructura de madera y fue necesario colocar algunos puntales. Es la primera
que se encuentra situada frente a la puerta de acceso a la bodega.
Después procedimos al lavado de todas las tinajas, con agua caliente y estropajos.
Tras dejarlas secar aplicamos una mano de aceite de linaza.
También se limpió la ventana, se colocó una nueva malla metálica y también se aplicó aceite de linaza.
Por último procedimos a la limpieza del pocillo, una tinaja de menor tamaño enterrada para recoger el mosto procedente del pisado y prensado de la uva.
 |
Tinaja del pocillo antes de limpiar.
|
 |
Tinaja del pocillo una vez limpia.
|
En otra entrada
comentaré los datos de las inscripciones en la propia tinaja y los números de
la pared, así como la leyenda que aparece en una pared, cerca de la única
ventana que la bodega posee.
 |
Desde dentro del pocillo.
|
 |
Dentro del pocillo.
|
Fotos: Beatriz Borjabad y Javier Perals.
Texto: Javier Perals.