PASEO POR EL CAMINO DEL VALLE 2.
Pasear por el Valle del Tórtolas suele ser un placer y un lujo, y con los paseos autorizados tras el confinamiento se convirtió en un lugar habitual al que iba acompañado de mi perro.
A la belleza del lugar se le suma la tranquilidad y escasa afluencia de paseantes, más dados a caminar por el camino de Casa Tablas donde es más fácil encontrarte con caminantes, deportistas, ciclistas y transeúntes.
Tras el primer paseo por este valle para la localización de un tilo singular decidí realizar un segundo paseo para recorrer el valle hasta la carretera de San Martín y subir por el sendero que lleva a la Cruz de la Torrecilla.
En el paseo me acompañará una frondosa vegetación que a veces parece cerrarse sobre sí misma partiendo del pinar en la zona alta, un hermoso ejemplar de alcornoque, arces de Montpelier, fresnos, olivos, y en la parte baja parras y vegetación típica de ribera.
Los cielos de Cadalso con su espectacular belleza deciden acompañar mi paseo y de vez en cuando se me presenta ante mi cámara una interesante y bella panorámica que no dudo en retratar.
El camino se presenta sinuoso y a cada curva una nueva y agradable sorpresa que me muestra un hermoso ejemplar de pino piñonero, un fresno de gran tamaño o un esbelto chopo.G
Un cruce de caminos me avisa que he llegado a la altura del camino que sube a la izquierda hacia la Cancha y a la derecha hacia Cadalso por la Fuente de la Peluquera. Decido tomarlo hasta llegar al Tórtolas y puente abajo veo una gran piedra plana que tal vez algún tiempo fué rudimentario y sencillo puente de personas y caballerías. ¡Cuantas historias no habrá conocido y guarda en su reservada memoria!
Vuelvo al camino que recorre el valle y en el anterior cruce de caminos observo un hermoso pino del que cuelgan unas hojas de parra. Localizo al inesperado amigo por detrás del tronco leñoso y siento que han decidido fundir sus ramas en un fraternal abrazo. Siento envidia pues ahora los abrazos nos están prohibidos a los individuos de nuestra especie.
Mi fiel compañero me espera en cada nuevo recodo y así vamos descubriendo juntos lo que el paseo y el paisaje nos deparan.
No nos cruzamos casi con nadie pero vemos la entrada al centro de hípica Los Bóxer y algunas de las fincas que aprovechan las aguas del arroyo para mantener cuidados huertos. En una de estas fincas alguien ha querido rendir un sencillo homenaje al carro, antiguo vehículo de carga caído en desuso, con una gran dosis de imaginación.
Poco después algunas viñas a mi izquierda y una estupenda vista del Mirador a la derecha.
Para unirse a tan singular paseo dos rapaces nos sobrevuelan desde las alturas y al fondo, iluminado por el sol, aparece el risco del Grajales.
Sin dejar de disfrutar el paseo me encuentro casi sin darme cuenta junto a la carretera que lleva a San Martín, ato a Chico para evitar peligros y cruzo la calzada para subir por el sendero habilitado como Camino de Santiago del Sureste, veo entonces como se ha vuelto a cubrir el camino con la vegetación, aunque decido bajar otro dia con una desbrozadora para limpiarlo, en cuanto aviso a Diego para comunicarle mi intención me dice que el siguiente lunes lo limpiará el personal del Ayuntamiento.
Aunque no tengo constancia que hayan pasado peregrinos a pie agradezco la presteza en la limpieza de este camino, a los trabajadores implicados, a Diego y al Ayuntamiento.
Mientras subo la empinada cuesta, y mientras hago pequeñas paradas para recuperar el resuello, se nota la falta de ejercicio de las semanas pasadas, echo la vista atrás para contemplar la belleza del valle.
Al llegar arriba me esperan tres amigas, la más joven la Cruz de la Torrecilla, la siempre admirada Peña Muñana y Cadalso.
Fotos y texto: Javier Perals.
