LA TORRE DE LA IGLESIA DE CADALSO DE LOS VIDRIOS
En el pasado mes de Junio, el sábado 17, organizamos una visita a la iglesia de Cadalso de los Vidrios guiada por Rubén Villatoro y que tuvo mucho éxito.
Unos días antes, mientras preparábamos la visita con el párroco, manifesté mi deseo de conocer la torre de la Iglesia pues nunca había subido, y para mi sorpresa fue inmediatamente a por la llave para poder verla en ese momento. Mientras subía por la escalera metálica con pasos de granito que hay en la propia iglesia sentía la emoción de un apasionante viaje a lo desconocido. Recordaba a las personas que me habían contado que antes la iglesia tenía coro y que desde allí se subía a la torre.
Ya aquí se hacía evidente la suciedad acumulada por el excremento de las palomas que desde hace años campaban a sus anchas a lo largo y a lo ancho de toda la torre. Algunos escalones estaban desaparecidos bajo aquel estiércol acumulado a lo largo de más de 20 años.
Me contaba Alfredo, el "Chirro", que cuando iban a arreglar la torre el cura de entonces les llamó para limpiar la escalera y que los trabajadores pudieran acceder por ella al campanario sin mayor complicación. Al parecer, desde entonces, no se había vuelto a limpiar, y ya entonces sacaron muchos sacos del estiércol de las palomas.
Pedimos permiso a Chema, el párroco, para limpiar la torre y no sólo nos dio permiso sino que estaba dispuesto a costear todos los materiales y herramientas que hicieran falta para la limpieza. Acostumbrados como estamos a limpiar caminos lo único que necesitábamos eran sacos de rafia para bajar el palomino y varios metros de malla metálica para cubrir todas las ventanas y huecos.
En aquella primera visita pudimos contemplar los cuerpos de numerosas palomas muertas, desde las que aparecían momificadas hasta las más recientes que aún conservaban el plumaje. Esta visión fue lo que más impresionó a Ester por lo que la primera tarea que nos planteamos fue la retirada de sus cuerpos y el cierre de los espacios para que las palomas no siguieran entrando.
El párroco nos dejó la llave de la torre y una vez abierta la iglesia, el viernes 16 de junio, hicimos la primera incursión con bolsas de basura para retirar todos los cuerpos de las palomas y pichones muertos. Llenamos dos bolsas de 50 litros. El martes 20 quedamos con Chema a las 9:00 y provistos de mascarillas, guantes, sacos, paleta de albañil y recogedor metálico, iniciamos desde abajo la retirada de suciedad y escombros. Ya el primer día llegamos hasta la tercera planta en la limpieza de la escalera. Se arregló un marco de madera al que se colocó rejilla metálica y se puso para taponar la tronera por la que entraban la mayor parte de las palomas. Se reforzaron también las mallas metálicas de las ventanas más grandes que presentaban varios agujeros.
Las palomas que había dentro de la torre salieron en parte por aquellos agujeros, otras, más torpes, quedaban enganchadas en las viejas mallas o se metían en huecos sin salida donde era fácil cogerlas para soltarlas en el exterior. Del interior debieron moverse tres nidos con pichones a las troneras con un total de 4 pichones de los cuales sólo uno falleció días más tardes por el abandono de los progenitores. Los demás sobrevivieron y cuando llegó su hora echaron a volar. Durante esa semana se atraparon siete palomas más que se dejaron en libertad. Toda la semana estuvimos trabajando y bajando los sacos, a medio llenar, de escombros y de palomino, separado convenientemente para poder reutilizar el estiércol. El aumento de la temperatura durante esa semana recomendaba adelantar la hora de inicio del trabajo que unido a otras obligaciones de Chema fuera del municipio le hizo que nos prestara una llave de la iglesia para que pudiésemos acceder tras desconectar él la alarma con su teléfono móvil.
En la semana siguiente terminamos las tareas de limpieza aunque nos metimos también en recuperar los materiales que aparecieron bajo los escombros de herrajes y maderamen de las viejas campanas, hacer un acceso de dos escalones a la segunda planta y colocar una puerta de separación entre la torre y el acceso a la bóveda de la iglesia en la tercera planta. También se limpió el piso del campanario.
Todas estas tareas han permitido que la torre pueda ser visitable, con las oportunas medidas de seguridad y dado que hacía muchos años que no se podía subir el sábado 22 de julio organizamos una visita, en grupos de diez personas, que ha tenido muy buena aceptación.
Agradecemos a todos los visitantes su presencia y su comportamiento durante los distintos turnos, incluidos por supuesto los niños y las niñas que junto a sus padres pudieron disfrutar de este patrimonio escondido. Agradeceríamos que todos los que han realizado la visita hagan un comentario de su experiencia a través de esta entrada de blog.
Fotos: Ana Sibert, Gerardo García Escudero y Javier Perals.
Texto: Javier Perals.
Buena obra de arte de arte de hace cinco siglos, gracias por la labor realizada y poder visitar. Ángel Canillo
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