VETONES EN CADALSO.
Por Miguel A. Martínez Artola
Al sur de la Sierra Oeste, en las estribaciones de Gredos, muy cerca de los Toros de Guisando, existe un área con características especiales que nos permitirá detectar la posible presencia de restos culturales vettones. Es la formada por un triángulo cuyos vértices se encuentran en tierras de Cadalso, Cenicientos y Almorox.
El estudio que hemos realizado destaca la presencia de tres complejos culturales, posiblemente relacionados entre sí, con la identificación de varios "locus sacer" o lugares sagrados con santuarios rupestres que se identifican con la religión prerromana como elementos de un culto de tipo naturalista.
Por lo que concierne a Cadalso de los Vidrios localizamos varias estructuras que creemos enmarcadas en el culto a las divinidades a través de las ofrendas y sacrificios realizados en santuarios y altares rupestres.
El culto a las piedras y su utilización como elementos de profundo simbolismo relacionado con lo eterno y perdurable, con la comunicación del hombre y los dioses a través de los sacrificios, podemos detectarlo en todas las religiones: desde el Génesis, donde Jacob sueña sobre una piedra, que convierte luego en altar, la escalera que une el cielo con la tierra. El Éxodo, donde Moisés golpea con su vara la roca para que mane agua y pueda dar vida a su pueblo; el mito griego del "Ónfalos" u ombligo del mundo, piedra que se encuentra en Delfos. Siguiendo con el cristianismo, según Juan el "Evangelista", Jesús llama a Simón Kefás, es decir "piedra"; y así hasta las dos rocas sagradas por antonomasia: la Cúpula de la Roca, en Jerusalén, en cuyo interior se guarda la piedra sobre la que Abraham iba a sacrificar a Isaac y desde la que el profeta Mahoma ascendió a los cielos, y la Piedra Negra de la Kaaba, colocada allí por Abraham y su hijo Ismael, de origen celeste.
Al fianl de la calle San Antón, en una elevación que domina el valle del Tórtolas, en medio de una viña, se encuentra un roquedal granítico que Antonio Box llama "la Torrecilla" y a la que da un carácter de punto de observación. Yo creo que es un claro altar vettón. En su lado norte se aprecia una escalera de la que se conservan a la vista cuatro peldaños tallados en la roca, y de la que Antonio Box dibuja diez en su libro. En el lado este, más perfilados, otros cuatro peldaños acceden a la cumbre, mientras que en el oeste dos rampas llevan a una plataforma en la que se abre una cazoleta, rajada, que bien pudo servir para contener ofrendas para el sacrificio. La roca en cuestión preside una planicie donde podrían congregarse los fieles para los actos culturales y que mantiene contacto visual perfecto con la Peña Muñana.
Al este de la Peña, en un paraje conocido como Canto del Agua, nos encontramos con otra roca de seis metros de altura con entalladuras en su cara sur para subir a la cima, donde se encuentra una cazoleta profunda, de paredes lisas, de forma circular, que también pudo servir como ocasional altar de ofrendas para las gentes del entorno y que guarda también contacto visual con la Peña. Podría tratarse de un pequeño santuario dedicado al culto del agua, retenida en la cubeta, o, por su altura en la cima de la sierra, de un lugar dedicado a la observación celeste. Unas extrañas insculturas (inscripciones) grabadas en una roca vecina podrían tener relación con dicho santuario.
Por último, en una pequeña vaguada, al norte de la cumbre de la Peña, entre los dos picos, se encuentra una piedra que llaman "Asiento del Rey". Se trata de una posible mesa de altar con tres cazoletas comunicadas en descenso, que podría servir para que el agua, o la sangre de los sacrificios, corriera por ellas hasta verterse en el suelo, como ofrenda a la Madre tierra. No es posible averiguar de dónde procede este altar, pues se trata de una roca exenta posiblemente traída de otro sitio.
La interpretación de estos tres lugares como "locus sacer" del culto vettón que desarrollarían los primitivos habitantes de la zona, tiene sentido si los relacionamos, como haremos, con los otros lugares citados de Cenicientos y Almorox, en un contexto cultural más amplio, que convertirían esta zona del sur de la Sierra Oeste en un importante enclave de carácter mágico-religioso.
Fotos: Richard Pickers, Manuel Moreno y Javier Perals.